Los haitianos votarán este domingo en la primera
vuelta de las presidenciales con la esperanza de que este país, el más
pobre de América, pueda finalmente emerger de su crónica inestabilidad
política.
Cinco años después de la llegada de Michel Martelly al poder, la
elección presidencial es la única cita electoral que se organiza dentro
de los tiempos legales previstos.
Debido a una crisis profunda entre el poder Ejecutivo y la oposición,
las elecciones legislativas, municipales y locales presentan más de
tres años de retraso.
El presidente, cantante popular y novato en la política, inició su
mandato en mayo de 2011 en un país que había sido castigado por una de
las peores catástrofes naturales de las últimas décadas.
El 12 de enero de 2010 un sismo de magnitud 6,3 azotó Haití dejando a
su paso más de 220.000 muertos y 1,5 de personas sin hogar.
La catástrofe causó una destrucción equivalente al 120% del PIB,
redujo a ruinas la mayoría de los edificios públicos, entre ellos el
palacio presidencial, y debilitó la frágil economía.
Desde que en 1986 terminaron 30 años dictadura de los Duvalier, Haití ha sido escenario de repetidas crisis.
Elecciones frustradas por baños de sangre a causa de ataques de los
“Tontons Macoutes”, el brazo armado del régimen duvalierista; golpes de
Estado que provocaron sanciones internacionales; elecciones cuestionadas
que forzaron al exilio a un presidente.
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