Por Juan Isidro Inoa
En este pasado diciembre tuve la oportunidad de sostener un encuentro memorable. Un encuentro que por más de 35 años no se producía. Y digo 35 años para dificultar el cálculo de edades ya que hay féminas que no me lo agradecerán.
Fue un encuentro entre la familia Curiel-Pichardo y yo.
Allí compartimos Papi Curiel, Maky, Ochy, Martha, Cukin y yo. Pero también estaban los que no están, Carmen, “Tía Te” y mamá Ana y parte de la siguiente generación.
La familia Curiel-Pichardo es una familia de tradición artística que mantiene su producción de talento en cada hijo que nace y a la cual yo llegue cuando sólo había nacido Maky y Ochy. Luego nació Martha y entre todos esas mujeres yo era el rey pero apresurando los tiros vino Cukin para destronarme y a la vez darme la oportunidad de jugar con varones porque con tantos juegos de muñecas quien sabe donde iría yo a parar!
Así crecimos. Nos separamos cuando aun sus nombres se escribían Maqui, Ochi y Cuquín. Con el tiempo sus nombres se convirtieron en artísticos y hoy son Maky, Ochy y Cukin. Martha siempre ha sido Martha.
Nos habíamos encontrados por breves espacios y de uno en uno pero al reunirnos todos nos convertimos en infantes, “rejuvenecimos” mas de lo que estamos. Recordamos las maldades, siempre mías, las travesuras, los juegos la rectitud de doña Carmen, el apoyo de Papi y el consentimiento de mi vieja mama Ana.
Vimos álbumes de fotos y confieso que de tres que pasaron por mis manos no me reconocí en ningunos hasta que Ochy, con una gran memoria me reconoció. Realmente no imagino como ese famélico niño que era yo ha podido sobrevivir.
Recordamos el patio, el velocípedo, la patineta, el cuarto donde jugábamos, el columpio. Recordamos las veladas y los amigos y amigas del barrio. Escuchamos las producciones discográficas de Ochy y en casi cuatro horas no tuvimos tiempo para hablar del presente.
Allí asombrados y en disfrutes estaban nuestros sucesores, la nueva generación compuesta por Maité, el extrovertido Víctor Jr., el tímido Miguel Ernesto, el amigable Juan Isidro Jr. la talentosa Arlén, quien nos deleitó con dos de sus canciones y la inquieta Miranda que luchó hasta la saciedad por robarnos el momento. Pero no la dejamos.
También maravillados por nuestras historias estaban Víctor Tolentino, Yessenia Minier y Fátima Franco, parte indispensables de la continuidad de la nueva generación. Y en un rincón con sus ojos de miel estaba tía Nana. Luego llegó el sin igual Fellé Vega pero no para tocar sino para tocarse par de tragos.
Ese encuentro se hizo en el mismo ambiente de nuestra infancia. Con los mismo muebles, la misma consola, las mismas haraganas y hasta la misma nevera. Recuerdos conservados atraves del tiempo por Papi.
En ese memorable encuentro recorrimos toda nuestra infancia y hoy uno de enero del 2013 recuerdo ese gran encuentro.
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