Dentro del proceso interno que se está dando en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), hay seis candidatos enfrascados en una lucha por conseguir la mayor cantidad de “compañeros” de su partido para lograr representarlo en las elecciones del 2012.
Unos con más posibilidades que otros. Otros con mejores propuestas que los unos.
Dentro de esos seis precandidatos me llama poderosamente a la atención el estilo y propuesta del ex fiscal de Santo Domingo y ex procurador general de la república Francisco Domínguez Brito.
Domínguez Brito es un hombre normal, como todos, habla, se ríe, piensa, come –poco pero come, camina y en algunas ocasiones hace ingentes esfuerzos por hacer algún chiste.
El “magistrado”, como le llaman sus allegados, proyecta en su sonrisa, voz, y movimiento con un acento de tranquilidad, que en muchas ocasiones saca a su interlocutor de su estado y lo transporta a un mundo de paz.
¿Es Domínguez Brito sólo paciencia y calma?
No. Domínguez Brito también es un hombre de valía, carácter y arrojo. Un hombre capaz de exponer su débil cuerpo ante el más musculoso, sin importar las consecuencias cuando se trata de defender su verdad, y de levantar la espada para imponer la justicia.
Domínguez Brito alcanzo notoriedad y se hizo figura nacional, cuando en el primer gobierno de Leonel Fernández (96-2000) fue nombrado fiscal del Distrito Nacional y manejó los casos de Llenas Aybar y el de Orlando Martínez.
En el segundo gobierno de Leonel (2004-2008), Domínguez Brito fue nombrado Procurador General de la República, cargo que dejó en el 2006, al ganar la candidatura senatorial por Santiago, y hoy se ha lanzado al ruedo por la candidatura presidencial.
En los pocos metros de recorrido de la carrera por la candidatura presidencial del partido de gobierno, Domínguez Brito se ha comportado como un quijote en defensa de los valores perdidos, de la justicia, la honestidad y la transparencia.
Si observamos su discurso nos daremos cuenta que más que un discurso para ganar adeptos, es un discurso de desahogo. Un discurso de alguien que quiere expresar aquellas inquietudes que le atormentan y recurren donde alguien que los escuche para sentir la complacencia de por lo menos decirlo.
No sé si él está en la contienda interna con la esperanza de ganar, o está corriendo para mostrar su potencial y proyectarse para el futuro, pero yo veo muy cuesta arriba un triunfo de él a lo interno.
Eso suena duro y cruel para cualquier candidato, pero así lo pensé y así lo digo. Para mi, es la realidad.
El clientelismo ciega, ensordece e impide el razonamiento de los fanatizados en la política y los discursos se aplauden por la fuerza con que se digan y no por el mensaje que se transmita.
A lo externo, Domínguez Brito ganaría de calle. Es muy bien valorado por la sociedad civil, la iglesia y la clase media, media alta y alta del país y muy admirado por la juventud -buen signo-.
En una contienda nadie quiere ser relegado a un segundo plano, aunque después de todo ser segundo no cae mal. Pero hay que reconocer Danilo Medina lleva las de ganar, con 15 años de trabajo en busca de la presidencia y una estructura partidaria que lo favorece.
Ambos tienen discursos diferentes y blancos de votantes diferentes. Creo que se complementan, y aunque el PLD parece ser que gana con cualquiera, con una formula Danilo-Domínguez Brito sería más cómoda la victoria.
Pero mientras llega el 26 de junio, es agradable seguir escuchando discursos que hablen de cambios, de valores, de honestidad, de justicia, de transparencia y de unidad familiar.
Y quien sabe si lo seguimos escuchando más allá del 26 de junio!
Unos con más posibilidades que otros. Otros con mejores propuestas que los unos.
Dentro de esos seis precandidatos me llama poderosamente a la atención el estilo y propuesta del ex fiscal de Santo Domingo y ex procurador general de la república Francisco Domínguez Brito.
Domínguez Brito es un hombre normal, como todos, habla, se ríe, piensa, come –poco pero come, camina y en algunas ocasiones hace ingentes esfuerzos por hacer algún chiste.
El “magistrado”, como le llaman sus allegados, proyecta en su sonrisa, voz, y movimiento con un acento de tranquilidad, que en muchas ocasiones saca a su interlocutor de su estado y lo transporta a un mundo de paz.
¿Es Domínguez Brito sólo paciencia y calma?
No. Domínguez Brito también es un hombre de valía, carácter y arrojo. Un hombre capaz de exponer su débil cuerpo ante el más musculoso, sin importar las consecuencias cuando se trata de defender su verdad, y de levantar la espada para imponer la justicia.
Domínguez Brito alcanzo notoriedad y se hizo figura nacional, cuando en el primer gobierno de Leonel Fernández (96-2000) fue nombrado fiscal del Distrito Nacional y manejó los casos de Llenas Aybar y el de Orlando Martínez.
En el segundo gobierno de Leonel (2004-2008), Domínguez Brito fue nombrado Procurador General de la República, cargo que dejó en el 2006, al ganar la candidatura senatorial por Santiago, y hoy se ha lanzado al ruedo por la candidatura presidencial.
En los pocos metros de recorrido de la carrera por la candidatura presidencial del partido de gobierno, Domínguez Brito se ha comportado como un quijote en defensa de los valores perdidos, de la justicia, la honestidad y la transparencia.
Si observamos su discurso nos daremos cuenta que más que un discurso para ganar adeptos, es un discurso de desahogo. Un discurso de alguien que quiere expresar aquellas inquietudes que le atormentan y recurren donde alguien que los escuche para sentir la complacencia de por lo menos decirlo.
No sé si él está en la contienda interna con la esperanza de ganar, o está corriendo para mostrar su potencial y proyectarse para el futuro, pero yo veo muy cuesta arriba un triunfo de él a lo interno.
Eso suena duro y cruel para cualquier candidato, pero así lo pensé y así lo digo. Para mi, es la realidad.
El clientelismo ciega, ensordece e impide el razonamiento de los fanatizados en la política y los discursos se aplauden por la fuerza con que se digan y no por el mensaje que se transmita.
A lo externo, Domínguez Brito ganaría de calle. Es muy bien valorado por la sociedad civil, la iglesia y la clase media, media alta y alta del país y muy admirado por la juventud -buen signo-.
En una contienda nadie quiere ser relegado a un segundo plano, aunque después de todo ser segundo no cae mal. Pero hay que reconocer Danilo Medina lleva las de ganar, con 15 años de trabajo en busca de la presidencia y una estructura partidaria que lo favorece.
Ambos tienen discursos diferentes y blancos de votantes diferentes. Creo que se complementan, y aunque el PLD parece ser que gana con cualquiera, con una formula Danilo-Domínguez Brito sería más cómoda la victoria.
Pero mientras llega el 26 de junio, es agradable seguir escuchando discursos que hablen de cambios, de valores, de honestidad, de justicia, de transparencia y de unidad familiar.
Y quien sabe si lo seguimos escuchando más allá del 26 de junio!