Pablo McKinney |
Cada vez que los hijos del Instituto Superior de Agricultura (ISA), de Santiago, nos encontramos, hay nombres inevitables en nuestra conversación. Entre los de mi clase, siempre sale a relucir el maestro Balbuena, que nos enseñó matemáticas y humildad, o José Mujica, nuestro maestro de español, literatura y fútbol.
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