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El Nobel de Economía reconoció hoy el trabajo pionero del estadounidense Richard H. Thaler en el campo de la economía del comportamiento, que ha permitido construir puentes con los análisis psicológicos de la toma de decisiones individual.
Sus hallazgos empíricos y sus percepciones teóricas han sido “decisivos” para crear y expandir el campo de la economía conductual, con “profundo impacto” en muchas áreas de la política y la investigación económica, señaló en su fallo la Real Academia Sueca de las Ciencias.
Esta investigación es usada por políticos y otros encargados de tomar decisiones para diseñar medidas e instituciones que incrementan los beneficios para la sociedad y se ha aplicado en áreas como la reforma de la administración pública, los planes de pensiones, la donación de órganos o la política medioambiental.
La aportación de Thaler a la economía conductual, que incorpora análisis más realistas de cómo piensan y actúan las personas cuando están tomando decisiones económicas, se basa en la consideración de tres aspectos psicológicos: racionalidad limitada, percepciones sobre lo que es justo y falta de autocontrol.
Las decisiones económicas son tomadas a menudo con un foco “estrecho”, sin considerar todas las alternativas y consecuencias, para simplificarlas, lo que Herbert Simon (Nobel de Economía 1978) llamó racionalidad limitada, explica la Academia en su motivación del premio.
Un ejemplo es la teoría de la contabilidad mental de Thaler, que describe cómo organizamos y formulamos decisiones económicas creando cuentas diferentes en la mente y decidiendo según su efecto sobre cada una de ellas y no sobre los activos totales: así ocurre cuando se divide el presupuesto familiar en distintos apartados (gastos, vacaciones).
Otro elemento de contabilidad mental es el uso de puntos de referencia, como el precio que se paga por una cosa o el coste más bajo en una búsqueda por internet.
Las experiencias previas y la percepción de propiedad intervienen también en la toma de decisiones.
Uno quiere normalmente más dinero por vender algo suyo que lo que está dispuestos a pagar por el mismo objeto: es lo que Thaler llama “efecto dotación” y que entronca con la denominada aversión a la pérdida.
Thaler, profesor de la Universidad de Chicago (EE.UU.), y otros economistas conductistas probaron en experimentos a larga escala que las preferencias sociales juegan un rol decisivo y, así, la gente está dispuesta a renunciar a beneficios materiales por lo que considera una distribución justa y a sufrir un coste personal por castigar a otros que violaron reglas básicas.
Ejemplos de ello son los boicots de consumidores a compañías que contravienen las normas “justas” o la reacción negativa a que un vendedor de paraguas aumente el precio de estos ante una subida inesperada de la demanda por lluvias repentinas.
Thaler, junto con Hersh Shefrin, creó además un modelo alternativo para describir el dilema causado por la tensión interna entre planificación a largo plazo y actuación inmediata, concluyendo que la solución pasa por eliminar líneas de acción cortoplacistas.
El Nobel de este año impulsó también con su compatriota Robert Shiller, que recibió el mismo premio en 2013, el área de las finanzas conductistas, en la que los investigadores han documentado la volatilidad aparentemente injustificada de los mercados, que parece incompatible con la teoría de los mercados efectivos.
Como cada uno de los Nobel, el de Economía está dotado este año con 9 millones de coronas suecas (943.784 euros, 1,1 millones de dólares).
Thaler sucede en el palmarés del galardón de Economía al también estadounidense Oliver Hart y al finlandés Bengt Holmström, distinguidos por sus contribuciones a la teoría de los contratos.
El de Economía es el único de los premios que no fue instituido por su creador, el magnate sueco Alfred Nobel, sino por el Banco Nacional de Suecia en 1968.
Con este galardón se cierra este año la ronda de los premios Nobel, tras concederse la semana pasada los de Medicina, Física, Química, Literatura y Paz.
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