Es poco probable que el recién creado Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) logre resolver el problema del caótico desplazamiento de vehículos que afecta esta capital.
Esto así, porque la verdadera raíz de este mal es que en una ciudad tan grande como Santo Domingo apenas hay tres corredores viales “norte-sur”, o viceversa, y dos “este-oeste”.
Los “norte-sur” son las avenidas Máximo Gómez, Winston Churchill y Abrahán Lincoln, y en menor proporción la Núñez de Cáceres. Los “este-oeste” son las avenidas 27 de Febrero y Kennedy, y la Prolongación de la avenida México.
Estos corredores fueron construidos durante los gobiernos de Joaquín Balaguer. En su tiempo fueron soluciones, pero décadas después cuando la ciudad ha crecido exageradamente tanto en tamaño como en población, el problema del tránsito ha adquirido dimensiones caóticas.
Actualmente, trasladarse de un lugar a otro de la ciudad es, más que una osadía una tortura. Sobresale la mala educación y falta de solidaridad de los conductores, quienes incurren en un incumplimiento generalizado de las disposiciones de tránsito, con el agravante de que no hay ninguna autoridad que esté haciéndolas cumplir así como tampoco que se encargue de la planificación y regulación urbana.
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