Lauren Durham tenía un vestido blanco y planes para una boda en la playa en la segunda semana de septiembre. En lugar de ello, se casó vestida de camuflaje, sin maquillaje, en un vasto hangar lleno de vehículos de rescate y paramédicos, apenas horas antes de incorporarse a las tareas de asistencia en Florida por el huracán Irma.
Ella y su prometido, Michael Davis -ambos miembros de la Guardia Nacional Aérea- fueron desplegados para asistir en las labores de rescate. Les dejaron saber a sus invitados que muy probablemente no estarían en su propia boda y se dirigieron al Centro de Convenciones del condado de Orange en Orlando, junto con centenares de socorristas, antes de ser enviados a las áreas más devastadas.
Relataron que estaban desayunando con amigos el domingo por la mañana cuando alguien dijo: “¿Por qué no se casan durante el huracán?”.
Durham agregó: “Comenzó en tono de broma, pero todo se desencadenó y resultó excelente”.
Decenas de personas -algunos viejos amigos del servicio y algunos extraños de otras partes del país que acudieron para asistir en los esfuerzos de ayuda- colocaron las sillas plegables. Unos pocos encontraron camisetas con impresiones de trajes. Alguien consiguió un ramo de flores. Su mejor amigo en la Guardia es un notario y ofició la ceremonia.
El vestido de bodas ya estaba comprado. “Era un vestido de princesa”, dijo, apuntando a su uniforme. “pero, sabes, me encanta lucir este uniforme, así que no importa”.
Durham, de 24 años y Davis, de 26, se conocieron después de la secundaria y llevaban juntos cinco años. Davis ha estado en la Guardia Nacional ocho años y Durham tres.
Dicen que no están seguros de cómo sus familias van a sentirse al saber que se casaron delante de un montón de botes de rescate.
“Creo que será una sorpresa para ellos”, dijo Durham, “pero imagino que lo entenderán. Fue algo muy espontáneo”.
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