Sentada en un muro dentro de la Iglesia Cristiana donde se refugió con sus padres, estaba la nena observando hacia la nada, con la mirada perdida.
Tenía en su regazo a una pequeña de aproximadamente cuatro años de edad, con la cual parecía querer desaparecer la enorme panza que guarda a una criatura de siete meses de gestación.
Dentro del refugio estaba despeinada, descalza, con un vestido de flores y con una expresión de tristeza en su rostro, a la espera de que llegara algo para comer.
Allí se le vio compartir con los niños de su edad, pero mientras el resto reía, saltaba y jugaba, ella se quedó sentada con sus manos puestas en el mentón moviendo sus pies.
Esa nena tiene once años de edad y contó que el padre de la criatura es un adolescente de 17 que vive en su comunidad.
“Yo soy la única hija de mis padres. No tengo más hermanos. Vivo aquí, porque nuestra casa se puso media de agua con las lluvias y hasta que no bajen las inundaciones, no podemos entrar”, dijo.
Contó que sus padres están al cuidado de ella, pero son de escasos recursos, lo cual le dificulta tener una mejor calidad de vida.
La niña que está en sexto grado de la primaria, cumple sus doce años el 2 de enero próximo.
“Me han dicho que doy a luz antes de esa fecha”, manifestó la preadolescente, mientras bajaba la cabeza.
Cuando los periodistas le manifestaron que no se preocupara por su estado, que iban a hablar con la primera dama, Cándida Montilla de Medina, para que la ayude en su caso, su rostro se alegró.
Dijo: “Veidá... ¿le van a decir? Ah!”, y se paró para que le hicieran fotografías para que se las entreguen a Montilla de Medina.
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