Albaisa junto a una de sus creaciones, el espectacular Infiniti Q60 de la firma de lujo de Nissan |
La familia Albaisa es símbolo de aquellos primeros cubanos en escapar de la revolución socialista comenzando alrededor de 1959, momento bisagra de la historia de la isla marcado por la llegada al poder del recientemente fallecido dictador Fidel Castro, lo que obligó a miles a dejarlo todo y a comenzar una vida de cero en la vecina Miami.
Antes de que Alfonso Albaisa llegara al mundo, sus padres tomaron la decisión en agosto de 1962 de huir de la isla en un vuelo nocturno que habían logrado pagar vendiendo un reloj Rolex y el sedán Edsel de la familia.
Años más tarde el protagonista de esta novela de la vida real se convertiría en el jefe de diseño de una automotriz de lujo japonesa. La sucesión de hechos que podrán leer a continuación parecen creados por el departamento de Relaciones Públicas de Infiniti, la firma de lujo de Nissan nacida para competir con Lexus y Acura en los Estados Unidos, pero no lo es.
Albaisa nunca había visitado Cuba, al igual que muchos de sus compatriotas nacidos en los EEUU pero que siempre se sintieron más cubanos que "yankees", para quienes el dolor que les significa ver a su tierra bajo el régimen castrista aun al día de hoy les resulta difícil de superar y continúan a la espera de cambios políticos significativos para conocer la tierra de sus antepasados.
Los habitantes de La Habana se mostraron asombrados ante el vehículo diseñado por un hijo del exilio cubano, convertido en símbolo del acercamiento diplomático entre ambas naciones |
Fue precisamente el acercamiento diplomático liderado por la administración del presidente Obama el que llevó al hoy devenido en talentoso jefe de diseño de Infiniti a cumplir un sueño, uno que pedía hace tiempo ser cumplido y todo gracias al automóvil que ayudó a gestar.
Es que la imponente coupé de lujo Infiniti Q60 terminó teniendo el honor de convertirse, muy probablemente por todo el simbolismo que llevará por siempre grabado a fuego al ser diseñada por un cubano americano, en el primer auto nuevo en entrar a Cuba desde los Estados Unidos en 58 años.
Albaisa confesó que luchó y lloró por ese viaje a Cuba y que durante los cuatro días que pasó en espectacular y a la vez decadente Habana, pudo conocer a una prima y logró visitar a la que en su momento fue la hacienda de su abuelo, gobernador de la provincia de Camagüey.
Además fue testigo en primera personas de los diseños de su tío, el reconocido arquitecto Max Borges-Recio quien construyó entre otros edificios el emblemático cabaret Tropicana, símbolo de una era dorada en la que La Habana era el destino número uno de los Estados Unidos para el juego y la vida nocturna.
El creativo de Infiniti tuvo la oportunidad de presentar su vehículo antes la mirada atónita de más de 150 diseñadores, arquitectos y artistas de la isla ante quienes expresó "Si mi familia pudo escarparse de la isla y terminé diseñando carros de lujo japoneses, ellos también pueden hacer grandes cosas".
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