La nueva ola de violencia que se ha desatado en el
estado mexicano de Guerrero ya ha supuesto la muerte de 21 personas. El
último ataque, en el que fueron asesinadas seis personas, dos de ellas
niños, tuvo lugar el 9 de noviembre en la comunidad rural de Tetitlán de
las Limas.
Un grupo de
civiles armados mató a seis personas que pertenecían a la familia del
exdirector de Seguridad Pública de Chilapa, Silvestre Carreto González.
Entre los asesinados había dos niños, de siete y un año, y su madre,
informa el canal Univisión haciendo referencia a la Policía estatal.
En
otros dos ataques que tuvieron lugar en Guerrero el domingo murieron al
menos 15 personas, 12 de ellas en una pelea de gallos clandestina en la
comunidad de Cuajinicuilapa y otras tres durante un partido de fútbol
en las inmediaciones del puerto turístico de Acapulco.
Guerrero,
un estado con presencia de varios grupos de narcotráfico, se ha
convertido este año en el más peligroso del país. En agosto se registró
aquí el nivel más alto de homicidios dolosos de México: 37 casos por
cada 100.000 habitantes. Al mismo tiempo, el famoso balneario de
Acapulco se convirtió en escenario de una sangrienta confrontación entre
cárteles, con 700 asesinatos registrados en la ciudad desde el inicio
del año pasado.
El pasado 29 de octubre 1.500 policías federales
se desplegaron en varias áreas de Guerrero y, de acuerdo con la
estrategia gubernamental adoptada para reforzar la seguridad en la
región, deben vigilar los lugares con mayor incidencia criminal,
incluidas la zona costera y las colonias populares.
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