Los agentes permanecieron impasibles observando detrás de las vallas
de alambre de púas a los desplazados, que les suplicaban ayuda para
dejarles cruzar la frontera, informa 'The New York Times'. Entre ellos había mujeres y niños.
Cuando los desplazados se acercaron a la verja la guardia fronteriza
roció con gas pimienta a los inmigrantes indiscriminadamente
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