domingo, 15 de abril de 2012

Margarita, "con la música por dentro"


Desde la primera visita a Santiago de la Primera Dama y candidata vicepresidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Margarita Cedeño de Fernández, como periodista la he cubierto en sus recorridos de extremo a extremo. Desde que llega hasta que se va.

En cada uno de esos recorridos he visto la euforia que provocan en hombres y mujeres los encantos de su figura. Su sonrisa y su gracia natural.

También he visto dentro de esos afanes proselitistas cuando sin quererlo se le sale el lado humano, ordena parar el vehículo y se desmonta a saludar a aquel o aquella que su corazón le grita que está necesitado de un poco de cariño.

La he visto tomando agua embotellada, energizantes, jugos y agua de coco en el mismo embase que la naturaleza le provee (en la jícara).

La he visto retocarse el maquillaje. Expresar el dolor que en su trasero le produce el estar sentada en el filo de la ventana de la capota del vehículo en el que se exhibe.

La he visto sacarse papelitos de entre sus pechos que le han caído cuando se los tiran.

La he visto recoger del asiento y el piso de vehículo los papelitos y cartas que en el camino le entregan los esperanzados en su bondad.

La he visto devolver con besos a aquellos que a su paso le expresan desaprobación. Obligando a muchos de ellos a cambiar sus señales por la de un saludo.

La he visto fresca y agotada. Pero siempre sonriente.

Pero ayer la vi diferente.

Ayer la vi llena de energía, sonriente, alegre.

Ayer la vi sudada y olvidada del maquillaje. La vi cantar las músicas de los altoparlantes del trayecto y en los momentos donde la caravana se detenía la vi bailar de manera incansable.

Ayer la vi twettiando. Fotografiando a la batería de periodistas que cubríamos su recorrido y haciéndonos señas a cada instante de alegría triunfo y afecto.

Ayer vi a una Margarita en plena primavera y con un otoño bien lejano.

Ayer vi a una margarita diferente. No se si era por el respaldo entusiasta de quienes encontraba en su camino o porque al otro día llegaría del extranjero su marido.

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